Marta era un capricho de la naturaleza.

Cuando una persona parte para siempre es normal que todo sean elogios y buenas palabras.

En el caso de Marta apenas salen palabras. Apenas se puede decir nada.

Somos naturaleza. Y ella juega con nosotros. A veces, la naturaleza nos muestra cuán caprichosa puede ser.

Marta partió. Todos sus planes desaparecieron en una décima de segundo. En apenas dos días se fué sin tiempo de que dijeramos adiós.

La caprichosa naturaleza se llevó su capricho cuando quiso. Unas reglas que no entendemos y que sin embargo no tenemos más remedio que acatar.

No hay palabras a la sorpresa de su marcha.

No hay palabras al dolor que sentimos en los suyos.

No hay palabras.

Sólo lágrimas.

Fue un frio enero de 2001 cuando la ví por primera vez. Con la sabiduria de la paciencia viajaba sobre una Piaggio Skipper con su marido Jose Luis volviendo de Pinguinos 2001. Y así nuestras vidas se cruzaron, y nuestras almas se fijaron... pero nunca nos detuvimos lo suficiente.

Y ahora se me escapó el tiempo. Y recuerdo su risa. Y su sonrisa.

Nos vemos pronto. Es tanto lo que dejas aqui... que no podremos dejar de verte nunca.

Ciao bambina!, riposi in pace, hasta luego.